[Galería de rayados, afiches, stencils y stickers. Santiago, octubre, 2019]. Por Víctor Quezada
En la semana del 18 de octubre de 2019 se vivieron evasiones masivas en diversas estaciones del metro de Santiago de Chile. Impulsadas por estudiantes secundarios, estas protestas por el aumento del pasaje derivaron en una movilización social que hoy cumple su tercera semana, con manifestaciones diarias que se extendieron a gran parte del país. En las paredes de las calles fueron multiplicándose rayados, afiches, stickers, stencils y diversos papeles que dan cuenta de demandas que redundan en el deseo de la transformación de la vida de quienes habitan el territorio.
Las imágenes que abajo se exponen fueron registradas en la Alameda de Santiago y sus calles cercanas, en el tramo que va desde la Plaza Italia hasta la estación de metro Los Heroes, durante el mes de octubre pasado.
¿Qué pasa hoy con las palabras? Palabras como democracia, igualdad, justicia, derechos humanos parecen no significar nada.
¿Qué pasa cuando su significado, por una parte, se vacía y es sometido a estrategias de limpieza y tergiversación; cuando, por otra, su referencia a la realidad pierde sustento?
Hoy, tanto el significado como la relación de las palabras con lo real están en disputa, pues su fondo común ha sido sacudido. No hay comunidad hoy en las palabras que eran utilizadas hasta hace poco para apelar a cierto consenso, a ciertos acuerdos, cierta mercantilización.
¿Qué es lo político en un momento de crisis? ¿Qué enunciados nos están reuniendo como personas?
Cuando las palabras dejan de nombrar el espacio de lo común, cuando las palabras no nos son ya comunes, parecen restituirse a manera de imágenes, disidentes y contradictorias, ancladas de modo fuerte a su contexto histórico de aparición.
Hoy las palabras han vuelto a salir a la calle para reencontrar un nuevo espacio que les devuelva su densidad social. Tras el 18 de octubre, una amplia producción de afiches, carteles, stickers, stencils y papeles se han ido multiplicando en las paredes y muros de las calles de Santiago y el resto de las ciudades de Chile. Circulan además en redes virtuales de distribución, desde donde muchas de ellas son creadas con herramientas y procedimientos digitales, máquinas y formatos disponibles en las casas de gran parte de las personas.
Pienso que, frente a la crisis de las palabras (que es tanto la crisis de la representatividad como de un sentido común en lo heteregéneo), agujereadas por el abuso de la retórica política, las imágenes han proliferado como una especie de brote orgánico que levantó el suelo de cemento para salir entre sus junturas e intersticios, exponiendo de paso su opacidad fundamental, su oscurecimiento, es decir, su ilegibilidad para esa retórica política tradicional.
Esta proliferación de imágenes está produciendo diversos cambios, en el nivel de la representación, en el que se hacen visibles nuevos sujetos políticos y otros marginalizados, y en los modos de representación, que van más allá del horizonte particular de, por ejemplo, el grafismo de izquierda, a partir del uso de procedimientos de montaje, yuxtaposición, superposición, mezcla y desplazamientos de contexto.
Estas imágenes, como he dicho, muestran el espacio de ilegibilidad que media entre los representantes políticos y los grupos múltiples que efectivamente viven y conviven en el territorio nacional, dando cuenta de vidas reales que exceden el mundo construido por las “palabras mágicas” de la democracia, el Estado y la sociedad.
Sin embargo, la condición de ilegibilidad de estas imágenes no anticipadas por los mecanismos de construcción de sentido de la política, no implica que estas mismas imágenes inauditas no puedan representar. De hecho, están abriendo el horizonte a un conjunto de representaciones disidentes y desobedientes: el feminismo capucha, el animalismo y el antifascismo, así como de otra serie de mezclas identitarias que, por ejemplo, hacen chocar la ternura (kawaii) y la violencia como manifestaciones de lo político, las vidas heterogéneas, la idea del afecto, el autocuidado y el cuidado de lxs otrxs.
Es un horizonte imaginario que se ofrece en capas sin autoría, a partir de la aglomeración, de la conjunción contradictoria y la suspensión de la síntesis política. Un horizonte que pide ser contemplado en una relación estética dinámica: de lejos con mirada divagante, en el panorama que marca su vibración grisácea (ch’ixi) o muaré; de cerca, en el detalle encendido del fragmento alegórico de lo social indeterminado, inadmisible e ilegítimo, inimaginable para la mirada cristalizada de la política del consenso y el autoritarismo represivo.
Un horizonte experimentado como choque entre la universalidad de la demanda por la dignidad de la vida y la contingencia de vidas reales y diferentes que quiebran tanto el argumento progresista de la ausencia de organización de la revuelta social, como el argumento autoritario de la criminalización de supuestos grupos organizados tras un programa político subversivo. Estas imágenes, ancladas a la experiencia de la lucha y la resistencia, muestran una concepción imaginativa de lo político, así como una expresión múltiple del afecto y la asociatividad, que actualizan el instante fundamental de desjerarquización en el que los cuerpos se densifican en la masa.
Bibliografía
STENCILS
STICKERS
RAYADOS
Las imágenes que abajo se exponen fueron registradas en la Alameda de Santiago y sus calles cercanas, en el tramo que va desde la Plaza Italia hasta la estación de metro Los Heroes, durante el mes de octubre pasado.
Galería de rayados, afiches, stencils y stickers. Santiago, octubre, 2019
“La crisis pone en cuestión las palabras, los supuestos del sentido común (…); es decir, pone en cuestión el hecho de que creemos entendernos porque damos por supuesto qué significan palabras como mercado, ciudadanía, desarrollo, descolonización, entre otras. Son palabras que tranquilizan, pero de un modo engañoso. Las he llamado ‘palabras mágicas’, porque tienen la magia de acallar nuestras inquietudes y pasar por alto nuestras preguntas. Lo que hace la crisis es quebrar esas seguridades, movernos el piso y obligarnos a pensar qué queremos decir con ellas” (Silvia Rivera Cusicanqui, 2018: 40-41).
¿Qué pasa hoy con las palabras? Palabras como democracia, igualdad, justicia, derechos humanos parecen no significar nada.
¿Qué pasa cuando su significado, por una parte, se vacía y es sometido a estrategias de limpieza y tergiversación; cuando, por otra, su referencia a la realidad pierde sustento?
Hoy, tanto el significado como la relación de las palabras con lo real están en disputa, pues su fondo común ha sido sacudido. No hay comunidad hoy en las palabras que eran utilizadas hasta hace poco para apelar a cierto consenso, a ciertos acuerdos, cierta mercantilización.
¿Qué es lo político en un momento de crisis? ¿Qué enunciados nos están reuniendo como personas?
Cuando las palabras dejan de nombrar el espacio de lo común, cuando las palabras no nos son ya comunes, parecen restituirse a manera de imágenes, disidentes y contradictorias, ancladas de modo fuerte a su contexto histórico de aparición.
Hoy las palabras han vuelto a salir a la calle para reencontrar un nuevo espacio que les devuelva su densidad social. Tras el 18 de octubre, una amplia producción de afiches, carteles, stickers, stencils y papeles se han ido multiplicando en las paredes y muros de las calles de Santiago y el resto de las ciudades de Chile. Circulan además en redes virtuales de distribución, desde donde muchas de ellas son creadas con herramientas y procedimientos digitales, máquinas y formatos disponibles en las casas de gran parte de las personas.
Pienso que, frente a la crisis de las palabras (que es tanto la crisis de la representatividad como de un sentido común en lo heteregéneo), agujereadas por el abuso de la retórica política, las imágenes han proliferado como una especie de brote orgánico que levantó el suelo de cemento para salir entre sus junturas e intersticios, exponiendo de paso su opacidad fundamental, su oscurecimiento, es decir, su ilegibilidad para esa retórica política tradicional.
Esta proliferación de imágenes está produciendo diversos cambios, en el nivel de la representación, en el que se hacen visibles nuevos sujetos políticos y otros marginalizados, y en los modos de representación, que van más allá del horizonte particular de, por ejemplo, el grafismo de izquierda, a partir del uso de procedimientos de montaje, yuxtaposición, superposición, mezcla y desplazamientos de contexto.
Estas imágenes, como he dicho, muestran el espacio de ilegibilidad que media entre los representantes políticos y los grupos múltiples que efectivamente viven y conviven en el territorio nacional, dando cuenta de vidas reales que exceden el mundo construido por las “palabras mágicas” de la democracia, el Estado y la sociedad.
Sin embargo, la condición de ilegibilidad de estas imágenes no anticipadas por los mecanismos de construcción de sentido de la política, no implica que estas mismas imágenes inauditas no puedan representar. De hecho, están abriendo el horizonte a un conjunto de representaciones disidentes y desobedientes: el feminismo capucha, el animalismo y el antifascismo, así como de otra serie de mezclas identitarias que, por ejemplo, hacen chocar la ternura (kawaii) y la violencia como manifestaciones de lo político, las vidas heterogéneas, la idea del afecto, el autocuidado y el cuidado de lxs otrxs.
Es un horizonte imaginario que se ofrece en capas sin autoría, a partir de la aglomeración, de la conjunción contradictoria y la suspensión de la síntesis política. Un horizonte que pide ser contemplado en una relación estética dinámica: de lejos con mirada divagante, en el panorama que marca su vibración grisácea (ch’ixi) o muaré; de cerca, en el detalle encendido del fragmento alegórico de lo social indeterminado, inadmisible e ilegítimo, inimaginable para la mirada cristalizada de la política del consenso y el autoritarismo represivo.
Un horizonte experimentado como choque entre la universalidad de la demanda por la dignidad de la vida y la contingencia de vidas reales y diferentes que quiebran tanto el argumento progresista de la ausencia de organización de la revuelta social, como el argumento autoritario de la criminalización de supuestos grupos organizados tras un programa político subversivo. Estas imágenes, ancladas a la experiencia de la lucha y la resistencia, muestran una concepción imaginativa de lo político, así como una expresión múltiple del afecto y la asociatividad, que actualizan el instante fundamental de desjerarquización en el que los cuerpos se densifican en la masa.
Bibliografía
- Barthes, Roland (2004). Lo neutro. Buenos Aires: Siglo XXI.
- Canetti, Elias (2018). Masa y poder. Madrid: Alianza.
- Rivera Cusicanqui, Silvia (2018). Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis. Buenos Aires: Tinta limón.
STENCILS
STICKERS
RAYADOS
Comentarios