[A propósito de Urlo o [¡créeme! / esto es sólo rutina, una simple rutina…]]. Por Daniel Rojas Pachas

Daniel Rojas Pachas nos cuenta del conjunto de narraciones Urlo (La Liga de la Justicia Ediciones, Arica, Chile, 2013), la más reciente publicación del narrador ariqueño Pablo Espinoza Bardi, autor, además, de la trilogía Necrospectivas.



A propósito de Urlo o [¡créeme! / esto es sólo rutina, una simple rutina…]


Urlo (Liga de la Justicia Ediciones 2013) de Pablo Espinoza Bardi está estructurado en tres cuerpos determinados por el género Slasher: Tajo, Urlo y el director´s cut del libro llamado Slasher.
Las prosas breves, en algunos casos pequeñas viñetas, exceptuando la micronovela titulada “La asunción del dios-carne, o la balada de Norman González…]” llevan las cuotas expresivas de horror del autor lejos de sus primeros escarceos de terror materialista o cósmico en Necrospectiva Vol.1 (Cinosargo 2010) o el gore de la segunda entrega de su trilogía, también conocida como Cuentos de Gore de Locura y de muerte en claro homenaje a Quiroga. Lejos también estamos de los tributos a la cosmología Lovecraftiana de La maldición de los Whateley´s, Urlo en cambio, pone el acento en ciertas convenciones del cine y literatura de asesinos hiperbolizados al estilo Leatherface y su familia de hillbillies adoradores de la sierra, Michael Myers, Jason e incluso Norman Bates.
Los paralelismos con asesinos reales como Jack el Destripador, Robert Hansen y Chikatilo cuyas psicologías exponen el crimen ritual en que la carne es un puente con impulsos sexuales primarios o una vía de comunicación con lo sobrenatural y fuerzas divinas, una epifanía o llamado thanático, es uno de los ejes primordiales del contenido de la obra como conjunto.
En ese sentido, considero valioso el intento del autor por propiciar en tan pocas páginas, un universo de breves relatos interconectados con códigos claramente identificables.
Las moscas no sólo aparecen como una muestra de degradación y podredumbre, sino como un síntoma de la psiquis pervertida de los personajes y una muestra patente de su arte depravado.

una madre agonizando en la habitación
un padre encerrado en el baño con su hijo
cientos de moscas hacen lo suyo sobre la cena (Trazos…)
 

**
de su boca emergen
miles de moscas. todas saliendo en espiral, como una vía
láctea hecha de lo peor. y tu padre, como un negro sol,
succionándote hacia él... ([Trauma: in nomine patris...])
 

**
El jefe de policía, ayudándose de un pañuelo, continuó
por un pestilente pasillo atestado de larvas y moscas, hasta
toparse con una misérrima habitación. En ella se encontraba
el terror en su máxima expresión. El jefe de policía cayó de
rodillas frente al horrendo fetiche orgánico, el cual evocó
en su mente una perfecta imagen de crueldad y locura.
( La asunción del dios-carne, o la balada de Norman González…])


En ese mismo rango tenemos el pie de limón como un contraste de pureza mancillado por el grotesco, ya sea como un recordatorio de la peligrosidad y demencia tras la imagen inocente de los ancianos o la santidad de una familia violentada.

Sí, así es, eso me dijo la anciana mientras comía pie de
limón... enredando su lengua enferma y opaca en el tenedor.
“Jovencito, ¿quiere ganarse unas monedas?”..., ([Impulso...])
 

**
¿Cuándo niño jugaste a las tacitas? ¿No? Lo ideal es contar con comida de verdad, así 

que tuve la desfachatez de revisar el refrigerador, ¿y qué crees? Para mi sorpresa lo primero que vi fue un pie de limón… ¡me encanta el pie de limón! Y lo mejor de todo es que lo compartiremos como una verdadera familia…
Ahora, si me permites el cuchillo… daremos inicio a la cena. ([Segundo acto: Pie de limón…])


O la imagen de la venus atrapamoscas como un retorno al útero o matriz nutricia, presente en los relatos [Primer acto: Intro (doggy style)…] y [Tercer acto: La carga…] respectivamente.

Metí mis manos y abrí
su abdomen, quedando como una “venus atrapamoscas”,
con las costillas hacia afuera y con algo de sus tripas
desparramadas en la alfombra / ¡Te digo que le rajé la guata
al puto animal!, y bueno, le corté la lengua y la lancé a los
pies de la familia…

**
colocas el cuerpecito de forma solemne dentro de los
intestinos del animal / metes tus manos y la cubres con
las vísceras, la grasa y el aceite / ahora tu preciada carga
descansa en paz / por los siglos de los siglos / amén.


No se pueden ignorar las ya mentadas referencias a Bubba Sawyer o Norman Bates como íconos del género y a través de ellos, una indagación a la figura de la madre, la fijación con esta y su aprobación, lo cual nos remite al control paterno, los traumas de la niñez y una educación religiosa o moralista castrante, lo que establece vasos comunicantes con infames personajes históricos como Ed Gein.

mi Madre se encuentra sentada frente a la ventana
y con ternura y precisión
...y para que nada de “ella” se escape
engrapo sus piernas / pego ojos y dentadura,
junto colgajos de espalda y abdomen
¿Madre, lo estoy haciendo bien?


Finalmente el acto de asimilación, en el cual se engloban todos los asesinatos, destripamientos, profanaciones e instalación de cuerpos en forma sacramental como altares o retablos en que el cuerpo del victimario puede reposar o acceder haciéndose uno con el occiso. Ejemplares son las citas tomadas de la micronovela “la balada de Norman González”, pero también lo relatado en los distintos fragmentos intitulados [trazos]

la gente piensa que mis actos tienen un fin de tipo sexual / pero yo me río
señores claro que sí yo me río / pues para mí tiene un trasfondo
superior / pues para mí es tan sólo “asimilación”. (…la balada de Norman González)


Urlo en todo caso, está lejos de ser una simplista glorificación de lo profano o una apología gratuita a la violencia legada por blockbusters de clase B y su galería de monstruos.
Bardi se inscribe satíricamente en la línea de Tobe Hooper en la segunda entrega de Texas Chainsaw Massacre al autoparodiarse y desacralizar su obra primigenia de terror, la del tipo gore. Pensemos asimismo en The Poughkeepsie Tapes bajo la forma del falso documental, en este caso como falso testimonio o libro, con una hiperconsciencia metatextual, al declarativamente exponer los hilos de la maqueta. En el relato [remake] que corona el libro, el autor muestra lo burdo del lector y sus expectativas predecibles, caminos ya recorridos por el creador que entrega como cebo prestigiado una serie de formas, diseños sanguinarios repetidos ad eternum para el goce estético entremezclado con el morbo.
En realidad, me da lo mismo. ¡en realidad, no me importa! siempre son chicas las que quedan para el final, y eso les encanta a las audiencias. ([remake])
Con [remake], Bardi da cuenta del reciclaje, el agotamiento de la fórmula y pone en entredicho el acto de escribir, creando un libro que funcionará para los lectores que esperan únicamente la exaltación del crimen y la profanación de la carne, mientras que en paralelo se burla de ese mismo lector/espectador, dejando en claro que el crimen y su imaginario, el rito, tal como señala en más de una oportunidad a lo largo de todo el texto, pero con mayor énfasis en [remake], es el cauce natural del hacha pidiendo materia prima sobre la cual exponer sus versos, el destino obvio y las sendas del oficio.

El hacha se desliza por el lodo buscando impaciente su presa / puede sentir el
olor de la carne / es cómo si tuviese vida propia y eso la vuelve loca
¿lo puedes creer? / sabe que se abrirá paso a través de “ella” /
tajo por tajo / acero contra huesos / ¡créeme! / esto es sólo rutina,
una simple rutina… [remake]

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