[“En la cárcel el poema es suplemento alimenticio”: Encomienda de Lucas Costa]. Por Eduardo Farías Ascencio
Encomienda de Lucas Costa ha sido recientemente publicado por Editorial Cuneta (Santiago de Chile, 2013), libro de poesía que aborda la realidad carcelaria desde la ilusión de un lugar biográfico inusual. Revisa los comentarios del Licenciado en Letras (PUC) Eduardo Farías Ascencio a continuación.
“En la cárcel el poema es suplemento alimenticio”: Encomienda de Lucas Costa
Tras Encomienda (Editorial Cuneta, 2013) de Lucas Costa hay una historia familiar real y lo específico en ella es que el padre del autor fue encarcelado. La vida de Costa es el contexto que motiva la escritura de este poemario; y nos lo hace saber en el primer poema:
Entonces, no al poema donde terminas
la sinceridad nunca empezada para quienes
no saben qué se nombra. No te pases de listo.
Impregna la hoja de tu biografía.
Cuenta porqué tu papá cayó en la cárcel.
Pero hazlo con distancia, con finta mordaz, por mera simpatía (9).
la sinceridad nunca empezada para quienes
no saben qué se nombra. No te pases de listo.
Impregna la hoja de tu biografía.
Cuenta porqué tu papá cayó en la cárcel.
Pero hazlo con distancia, con finta mordaz, por mera simpatía (9).
Sin embargo, el autor no cuenta ni su historia ni la de su padre. En este sentido, Christian Torres resalta, en otra crítica sobre este poemario, que Lucas Costa decide ocultar los hechos yendo en contra del horizonte de expectativas que previamente había creado. Concuerdo, y agregaría que Lucas Costa niega otro horizonte de expectativas: el que se centra en la relación entre el hablante lírico y la historia, es decir, el temple con que se abordan ciertos temas.
Por lo general, cuando existe una historia potente en términos emocionales, el hablante, influenciado por esta, muestra sus consecuencias. En este caso, si la historia está marcada por la tristeza, el hablante debiese dar cuenta del estado de ánimo afectado por las circunstancias. Un ejemplo evidente de este tipo de relación entre hablante e historia es Luz rabiosa de Rafael Rubio donde la historia coincide con el temple del hablante. Luz Rabiosa está motivado por la muerte del padre, Pedro Arçayger. Rafael Rubio construye un hablante que vuelca su dolor en el papel, que con la dureza de las palabras en el poema da cuenta de su sufrimiento en una reflexión poética, racional y emocional, de tal manera, el temple del hablante coincide con la historia que motiva la escritura. En cambio, el hablante que construye Lucas Costa cuenta, pero con distancia. Es un hablante que mira desde fuera y que no muestra sus emociones, como se aprecia en la segunda parte del poema “A puertas cerradas”:
Por lo general, cuando existe una historia potente en términos emocionales, el hablante, influenciado por esta, muestra sus consecuencias. En este caso, si la historia está marcada por la tristeza, el hablante debiese dar cuenta del estado de ánimo afectado por las circunstancias. Un ejemplo evidente de este tipo de relación entre hablante e historia es Luz rabiosa de Rafael Rubio donde la historia coincide con el temple del hablante. Luz Rabiosa está motivado por la muerte del padre, Pedro Arçayger. Rafael Rubio construye un hablante que vuelca su dolor en el papel, que con la dureza de las palabras en el poema da cuenta de su sufrimiento en una reflexión poética, racional y emocional, de tal manera, el temple del hablante coincide con la historia que motiva la escritura. En cambio, el hablante que construye Lucas Costa cuenta, pero con distancia. Es un hablante que mira desde fuera y que no muestra sus emociones, como se aprecia en la segunda parte del poema “A puertas cerradas”:
Mi viejo entra al calvario con la cabeza gacha
sigiloso como un piño de gorriones que aletea
a duras penas y amplifican la alta tensión sobre el alambre
porque volverá a verlos cantar a la espera de alguien que le dé
las llaves de su celda con la misma costumbre
que un gendarme se rasca el culo o fuma
pagando una condena ajena (12).
sigiloso como un piño de gorriones que aletea
a duras penas y amplifican la alta tensión sobre el alambre
porque volverá a verlos cantar a la espera de alguien que le dé
las llaves de su celda con la misma costumbre
que un gendarme se rasca el culo o fuma
pagando una condena ajena (12).
De tal manera, en este poemario no encontramos la subjetividad expuesta del hablante a nuestro deleite y morbo, encontramos escenas donde la neutralidad es fundamental: “el día / del venusterio […] las mujeres / lucen / sus moños / orgullosas / en los pasillos / cumpliendo / la cita” (29). También esta neutralidad se mezcla con el punto de vista poético y la imaginación del hablante: “Cigarros que flamean y se apagan / a quemarropa, el aceite y cuchicheo del aire / engrasado, el suelo con los pies chuecos de una niña” (27).
Por otro lado, Encomienda está constituido por 18 poemas que muestran la singularidad de la escritura poética de Lucas Costa y que viene trabajando desde hace tiempo. La conciencia poética de este autor lo lleva a trabajar sus textos con rigor desde el verso libre hasta la prosa poética, acercándose en algunos momentos de este libro a la poesía objetivista (1). Así, su escritura puede ser caracterizada como una poesía formal y culta, en la que no se aprecian ni baches ni ripios evidentes. Además, Lucas Costa incorpora elementos lingüísticos propios de cierta habla popular, tales como: “cana”, “peni”, “caregallo”, “cucas”, “paco” y “así de corta”. El autor elige palabras claves de un lugar específico del español de Chile, lugar social y económico, por supuesto. La inclusión de este registro lingüístico permite sostener que Encomienda ha sido escrito considerando la existencia de dos clases sociales, supuestamente, distintas. Además, la fijación poética que tiene Lucas por los rasgos culturales del español de Chile permite que pueda dar luces acerca del contexto del libro, de la cárcel: “Estar precioso le dicen / como si el calabozo embelleciera” (15).
En conclusión, Encomienda es un libro breve y riguroso en su construcción poética que, respecto de los horizontes de expectativa que sugiere, va en contra de la corriente. Por una parte, Lucas Costa esconde la historia de su padre que en el primer poema dice contar y también la suya propia. Por otra parte, este autor construye un hablante lírico que oculta, además, su sufrimiento y un discurso reflexivo-emocional, mostrando, de tal manera, sus escenas con un distanciamiento que se prolonga durante todo el poemario.
Como nota al margen, pese a la ausencia de Arturo Aguilera (2), pese a la adversidad, Editorial Cuneta continúa con su sello característico en el diseño de cubiertas centrado en el collage; en el caso del presente libro, Matías Salinas construye una cubierta que refleja lo fundamental del libro, así encontramos alambradas, rejas, ropa colgando, un chincol y gendarmes.
Notas
(1) Es posible que la cercanía de la escritura de Lucas Costa con la poesía objetivista explique la construcción del hablante lírico. Justamente, en la poesía objetivista se observa un descrédito de la emoción, una desconfianza en la empatía dando paso a una búsqueda de la neutralidad valorativa.
(2) Arturo Aguilera, diseñador de Editorial Cuneta, desgraciadamente fallecido.
Comentarios