[Chilean Poetry de Rodrigo Arroyo]. Por David Villagrán.
Chilean Poetry, la primera publicación de Rodrigo Arroyo (Curicó, 1981), ha sido presentada en dos instancias en el curso del presente año –Valparaíso y Santiago- obteniendo buena atención de parte de la comunidad lectora. Sus mejores críticas destacan dos cosas que será útil considerar: se trata de una obra por la cual ronda una obsesión política que enfrenta el ejercicio poético con instancias preponderantemente históricas como la dictadura y el contexto más actual de la democracia; por otra parte, en Chilean Poetry, dicho ejercicio muestra su base a partir de la revisión de poéticas anteriores –Lihn, Martínez, Millán, Cárdenas, Tellier- frente a las cuales despliega constantemente la pregunta por la continuidad de la palabra poética en directa relación con el problema actual de las representaciones y su recepción. Arroyo, haciendo uso de su bagaje en las artes visuales, enuncia dicha pregunta y aventura asimismo una respuesta situando su escritura en una escena cuidadosamente configurada.
En Into the labyrinth, el primer apartado del libro, nos encontramos con el espacio que cerca y define la inscripción. La neutralidad de los muros del laberinto son la abstracción del territorio y su contexto, una simulación de la realidad que la escritura propuesta se esmera en transparentar. De esta manera, las palabras van trazando el camino, llevando consigo el extravío del decir sobre los alcances de la poética que se quiere desplegar. La dirección contraria la ejerce entonces la dificultad de articular un lenguaje al margen de la ficción, y da cabida a la recesión propia del silencio. Si los versos discurren levemente, son las imágenes las que se encargan de ir estableciendo las direcciones del sentido de lo que el decir susurra, pues los motivos de la obra se van estableciendo en su iconografía.
Este tipo de mutismo, A kind of muteness, el siguiente apartado del libro, aparece transformado por una densidad política que da mayor resonancia al susurro anterior. Decididamente reflexivo y metapoético en el extravío, en esta nueva instancia se abre a la posibilidad de alojar el territorio fuera de la abstracción del mapa: Capas de tierra prensada forjan una historia clandestina/ se sabe del aire, del cielo/ porque tenemos raíces para investigar. Si la escritura se decide por ir en busca de su realidad al margen de la ficción (Hoy en día uso lápices para anclar palabras que buscan desaparecer) dicha palabra está respondiendo en un lenguaje de nuevos signos a la incógnita de no saber qué olvidar. El problema de la inscripción se difumina al comprender la fugacidad de su ejercicio, así, la poesía de Rodrigo Arroyo logra consignar la memoria de una historia también borrada en vías de su fracaso. En torno a esta instancia ronda Still, la tercera parte de Chilean Poetry.
Quietud, permanencia: No es derrota nuestro silencio,/ nuestro fracaso en las derrotas, en las victorias. Algo se sostiene como un fotograma que desea remarcar sus puntos: ‘todavía’. Si Toda tierra es un posible laberinto, y la fábula se convierte en mundo creciendo sus paredes, vuelve la pregunta sobre la continuidad del decir poético, ya no como inscripción o ejercicio personal de una escritura, sino a partir de su circulación y recepción en el ámbito social. Dicha reversión extiende los alcances y sentidos del laberinto resaltando la ambigüedad de su límite: ¿De qué lado cayó el pedazo de muro?
Si la palabra no se puede situar fuera de sí, ni en el silencio, el verso que espera continuidad en el mundo finalmente entra en los libros, los cementerios que tienen una música que no suena, para enfrentar el silenciamiento de la recepción: su espacio, en Chilean Poetry es representado por un cubo, el cubo no nos deja ver lo que en verdad ocurre/ bajo puentes de indiferencia cruzan mares de significado/ incierto. El espacio neutro donde las concreciones del arte pierden su contexto, en aras del sesgo estético que las transforma en mercancías, extiende su analogía a la industria cultural del libro en Chile, como instancia donde la producción poética encuentra su entrada al medio social.
Dicha entrada está mediada por una adecuación de la escritura, su corrección, y Correction, la parte que cierra el libro, de forma irónica intenta ponerla en evidencia sintetizando el libro en tres poemas.
Este tipo de mutismo, A kind of muteness, el siguiente apartado del libro, aparece transformado por una densidad política que da mayor resonancia al susurro anterior. Decididamente reflexivo y metapoético en el extravío, en esta nueva instancia se abre a la posibilidad de alojar el territorio fuera de la abstracción del mapa: Capas de tierra prensada forjan una historia clandestina/ se sabe del aire, del cielo/ porque tenemos raíces para investigar. Si la escritura se decide por ir en busca de su realidad al margen de la ficción (Hoy en día uso lápices para anclar palabras que buscan desaparecer) dicha palabra está respondiendo en un lenguaje de nuevos signos a la incógnita de no saber qué olvidar. El problema de la inscripción se difumina al comprender la fugacidad de su ejercicio, así, la poesía de Rodrigo Arroyo logra consignar la memoria de una historia también borrada en vías de su fracaso. En torno a esta instancia ronda Still, la tercera parte de Chilean Poetry.
Quietud, permanencia: No es derrota nuestro silencio,/ nuestro fracaso en las derrotas, en las victorias. Algo se sostiene como un fotograma que desea remarcar sus puntos: ‘todavía’. Si Toda tierra es un posible laberinto, y la fábula se convierte en mundo creciendo sus paredes, vuelve la pregunta sobre la continuidad del decir poético, ya no como inscripción o ejercicio personal de una escritura, sino a partir de su circulación y recepción en el ámbito social. Dicha reversión extiende los alcances y sentidos del laberinto resaltando la ambigüedad de su límite: ¿De qué lado cayó el pedazo de muro?
Si la palabra no se puede situar fuera de sí, ni en el silencio, el verso que espera continuidad en el mundo finalmente entra en los libros, los cementerios que tienen una música que no suena, para enfrentar el silenciamiento de la recepción: su espacio, en Chilean Poetry es representado por un cubo, el cubo no nos deja ver lo que en verdad ocurre/ bajo puentes de indiferencia cruzan mares de significado/ incierto. El espacio neutro donde las concreciones del arte pierden su contexto, en aras del sesgo estético que las transforma en mercancías, extiende su analogía a la industria cultural del libro en Chile, como instancia donde la producción poética encuentra su entrada al medio social.
Dicha entrada está mediada por una adecuación de la escritura, su corrección, y Correction, la parte que cierra el libro, de forma irónica intenta ponerla en evidencia sintetizando el libro en tres poemas.
Comentarios
Construyendo un andamiaje, al parecer, para nada precario en una tradicións obre los tópicos y las imágenes (porque de muchas imágenes trata el asunto) de un período de post-dictadura y de "transición," ¿por qué el afán de tanta crítica actual por recurrir al tópico de la derrota, el fracaso y el desmembramiento, si al parecer hay expresiones que, sin olvidarse de eso, proponen una mirada rearticuladora?