[Ayer de Juan Emar: esbozo de una lectura errada.] Por Víctor Quezada
Juan Emar nació en Chile el 13 de noviembre de 1893. Publicó en vida tres novelas: Ayer, Miltín 1934 y Un año (todas de 1935), además de un conjunto de cuentos titulado Diez (1937). Obras que no fueron en su tiempo acogidas por la crítica. En el año 1996, se publica su obra cumbre e interminable: Umbral (que consta de más de 5.000 páginas: novela no terminada). Murió el 8 de abril de 1964.
Podemos esbozar, pero quizás no sostener, una lectura ideológica de Ayer del escritor chileno Juan Emar, si lo leemos alegóricamente: como una representación figurada de una cosa en otra. Hablamos aquí de la alegoría no en los términos del proceso constructivo de las producciones (post)modernas o (post)vanguardistas -de las cuales sería una característica motora-, sino en relación con la noción moral de la alegoría, aquella que saca a relucir un marco de conceptos que explicarían una situación temporal en términos didácticos (o didascálicos).
Las referencias en Ayer a Chile como espacio donde nace la historia, o la pregunta hecha por el narrador protagonista (Juan) a su padre (“-Papá –le pregunté-, ¿crees tú que si durante la gran guerra, en medio de la batalla, hubiese bajado hasta nuestra Tierra un habitante de Júpiter, habrían seguido peleando los ejércitos?”) manifiestan esta apertura de sentido ideológico-referencial, dentro del contexto de entreguerras.
Así, y en alguna medida trazada por el error, pienso, esta ficción, prefigura la sentencia de T. W. Adorno sobre la muerte del arte después de Auschwitz, aunque es solo una idea no desarrollada. O, ahora me inclino a pensar, más bien muestra cómo un contexto social de transición influiría en las realizaciones artísticas, lo que, para seguir practicando la opinión, las explicaría cabalmente, llenando de un aura negativa a la vez que esperanzadora a la novela, a través del avistamiento de un sentido de la humanidad trans-cultural o (pre/trans)histórico.
Descargar: Ayer de Juan Emar (PDF - 11 MB)
Fuente de la imagen de Juan Emar: Memoria Chilena.
Ayer de Juan Emar: esbozo de una lectura errada
Podemos esbozar, pero quizás no sostener, una lectura ideológica de Ayer del escritor chileno Juan Emar, si lo leemos alegóricamente: como una representación figurada de una cosa en otra. Hablamos aquí de la alegoría no en los términos del proceso constructivo de las producciones (post)modernas o (post)vanguardistas -de las cuales sería una característica motora-, sino en relación con la noción moral de la alegoría, aquella que saca a relucir un marco de conceptos que explicarían una situación temporal en términos didácticos (o didascálicos).
Las referencias en Ayer a Chile como espacio donde nace la historia, o la pregunta hecha por el narrador protagonista (Juan) a su padre (“-Papá –le pregunté-, ¿crees tú que si durante la gran guerra, en medio de la batalla, hubiese bajado hasta nuestra Tierra un habitante de Júpiter, habrían seguido peleando los ejércitos?”) manifiestan esta apertura de sentido ideológico-referencial, dentro del contexto de entreguerras.
Así, y en alguna medida trazada por el error, pienso, esta ficción, prefigura la sentencia de T. W. Adorno sobre la muerte del arte después de Auschwitz, aunque es solo una idea no desarrollada. O, ahora me inclino a pensar, más bien muestra cómo un contexto social de transición influiría en las realizaciones artísticas, lo que, para seguir practicando la opinión, las explicaría cabalmente, llenando de un aura negativa a la vez que esperanzadora a la novela, a través del avistamiento de un sentido de la humanidad trans-cultural o (pre/trans)histórico.
Descargar: Ayer de Juan Emar (PDF - 11 MB)
Fuente de la imagen de Juan Emar: Memoria Chilena.
Comentarios
Que es el silencio?
Un tormento,
que no tiene sonido,
Voz ni aliento.
En el silencio de la noche.
Escondido tras las cortinas,
suspiran tus suspiros,
Susurros,
que tras las cortinas exclaman...
Amor.
Y me envuelve de nuevo el silencio,
silencio de voz,
silencio de madrugadas,
hablan las manos,
corren los dedos...
expresa el corazón,
caricias y besos,
sentimientos,
que nacen del silencio de tu habitación.
Se pierde el silencio
tras el canto de un ruiseñor,
Vuela bajito,
cantando cantos de amor,
que llegan al corazón
Cantando va el ruiseñor,
cuando vuelan los dedos,
en las teclas del ordenador.
Rompiendo silencios
que no tienen,
sonido ni voz.
TYFANI ®