[Poemas a 1500 kilómetros]. Por Cristóbal Gaete
La siguiente es la presentación que Cristóbal Gaete leyó en el lanzamiento del libro Todos juntos estamos solos de Matías Ávalos en el mes de diciembre de 2018.
Publicado por Hojas rudas, este libro, como el resto de su catálogo, que experimenta con formatos de confección artesanal, utiliza la técnica del pop-up como estrategia de representación estética.
Cada vez que abro una lata de cerveza pensando en abrir muchas más estoy en la busca de un genio; la froto, la acaricio antes de la onomatopeya: pssss k. En uno de esos intentos estaba en Cerro Esperanza en un patio y de repente aparece en la conversación Roberto Arlt, Oscar Masotta y ya, Matías Ávalos había salido de la lata, sin tener mucha idea quienes éramos empezamos a cambiar libros, creo que ninguno podría saber ordenadamente qué le tiene al otro. Y me parece bien, tiramos ladrillos de nuestras tradiciones sobre la cordillera. A veces nos tomamos algo, pero no diría que la amistad está fijada a la pilsen, pero la necesita, de vez en cuando. Y eso sí que es novedad en estas calles: porque labura el Mati, cómo labura, con obsesión, como si estuviéramos en la fábrica de la literatura, donde se funde la prosa y la poesía, productos intercambiables para un escritor.
Con ese mismo ímpetu me pilló un día volando medio bajo y arrojó todos estos poemas a mi vista, en mi living; con miedo veía el inicio de una obra chilena que en realidad es trasandina, tiene la nostalgia del allá pero va engrosando con todo lo que ha sido hasta acá, el taller y el encuentro con otros autores.
Leo el primer poema como un prólogo hacia el ánimo real del libro: comunicar, romper la soledad pero reconocerla como parte inherente de la escritura, algo que extendido todos podemos entender. Para eso, se sirve a lo largo del poemario de recursos como figuras cultas, notal al pie, las muletas que permiten distraer e hipervincular (se).
Hay diálogos también en estos poemas. En la soledad del trabajador creativo conversamos solos con lo que nos dejó el día. En la soledad, este trabajador creativo debe elegir aguantar no aclanarse en familia o en patota bajo fantasías de trascendencia, pese a que justifica y ruega por eso, cuando toma la voz de un coro de golpe; es un emisor que desea hablar en forma colectiva.
¿Tendrá que ver la distancia con esa necesidad? Esta noche, aunque haya mucha gente, es muy solitaria para estar acá. ¿Qué nombre tendrán los amigos de Matías del conurbano de Buenos Aires? ¿Cuántos querrían ocupar sus lugares, o mi lugar? ¿Alguien transmite en Facebook live para dónde está el Mauro? ¿Volvió a la cárcel? ¿Qué más allá hay para los muertos del libro? ¿Alguien los abraza esta noche?
Copio un poema:
Aunque miente a veces, es parte del carácter dramático que toma Todos juntos estamos solos. Vuelvo a la figura de coro y el diálogo para afirmarlo. La performance de la escritura toma aspectos narrativos también.
Ya no somos los escritores que fuimos, claro, por más que queramos mentirnos y mentirles. Somos otros, varios, tantos como la lista de frases recortadas que coloca la propia gente anónima en cada libro, cercana en las que se apoya Matías, o las lecturas propias del oficio. Estar atento a escuchar y leer es entender lo sensible del material que son las palabras, que, fuera de espacios protegidos, como estas 55 copias, pueden parecer cualquier cosa. Lo quiero leer otra vez, para evitar la volatilidad del sonido: las palabras son materiales sensibles. Como dar la palabra a alguien más y que el poema no sea solo de uno.
Matías también está preso como algún amigo del barrio, su jaula es esta, entre mar y cerros, en otro país, escribiendo. Esperaba este día uno, por todo lo que vendrá para adelante. Un coro son las voces de muchas personas extendiendo este libro objeto y leyendo con él, parece un acordeón y es también un libro de verdad. Acá tu soledad, esta noche, puede ser conjunta. Estamos todos solos juntos acá dentro de esta librería, pero Matías Ávalos enuncia la soledad del allá afuera, que es el allá afuera del barrio. Exiliado de sus calles, están los pasillos de la biblioteca en que está la formación de un escritor y que marca su hito hoy. El acto del ego que se descubre por voluntad finalmente, polenta de trabajo.
Respecto a la manufactura, mi fantasía absoluta ha sido que la edición independiente se complejice o descarte el formato transnacional del libro, la portada termolaminada. Diría que es por política, pero también porque quedan ordinarios al querer ser. Pero las Hojas Rudas no tienen ese problema, porque le dan un carácter único a sus publicaciones, evolucionando cada vez que hacen un libro. ¡Qué bacán por Matías estar en medio de ese proceso! Usted es libre, dice donde se guardan los derechos en la época del capital tiñendo todo.
Gracias a todos por estar acá acompañando a Matías.
Cristóbal Gaete (Viña del Mar, Chile, 1983). Es autor, entre otros, de Valpore (2009), Paltarrealismo (2014), Motel Ciudad Negra (2014) y Crítico (2016). Editor del Suplemento de literatura Grado Cero.
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Publicado por Hojas rudas, este libro, como el resto de su catálogo, que experimenta con formatos de confección artesanal, utiliza la técnica del pop-up como estrategia de representación estética.
Poemas a 1500 kilómetros. Todos juntos estamos solos de Matías Ávalos
Cada vez que abro una lata de cerveza pensando en abrir muchas más estoy en la busca de un genio; la froto, la acaricio antes de la onomatopeya: pssss k. En uno de esos intentos estaba en Cerro Esperanza en un patio y de repente aparece en la conversación Roberto Arlt, Oscar Masotta y ya, Matías Ávalos había salido de la lata, sin tener mucha idea quienes éramos empezamos a cambiar libros, creo que ninguno podría saber ordenadamente qué le tiene al otro. Y me parece bien, tiramos ladrillos de nuestras tradiciones sobre la cordillera. A veces nos tomamos algo, pero no diría que la amistad está fijada a la pilsen, pero la necesita, de vez en cuando. Y eso sí que es novedad en estas calles: porque labura el Mati, cómo labura, con obsesión, como si estuviéramos en la fábrica de la literatura, donde se funde la prosa y la poesía, productos intercambiables para un escritor.
Con ese mismo ímpetu me pilló un día volando medio bajo y arrojó todos estos poemas a mi vista, en mi living; con miedo veía el inicio de una obra chilena que en realidad es trasandina, tiene la nostalgia del allá pero va engrosando con todo lo que ha sido hasta acá, el taller y el encuentro con otros autores.
Leo el primer poema como un prólogo hacia el ánimo real del libro: comunicar, romper la soledad pero reconocerla como parte inherente de la escritura, algo que extendido todos podemos entender. Para eso, se sirve a lo largo del poemario de recursos como figuras cultas, notal al pie, las muletas que permiten distraer e hipervincular (se).
Hay diálogos también en estos poemas. En la soledad del trabajador creativo conversamos solos con lo que nos dejó el día. En la soledad, este trabajador creativo debe elegir aguantar no aclanarse en familia o en patota bajo fantasías de trascendencia, pese a que justifica y ruega por eso, cuando toma la voz de un coro de golpe; es un emisor que desea hablar en forma colectiva.
¿Tendrá que ver la distancia con esa necesidad? Esta noche, aunque haya mucha gente, es muy solitaria para estar acá. ¿Qué nombre tendrán los amigos de Matías del conurbano de Buenos Aires? ¿Cuántos querrían ocupar sus lugares, o mi lugar? ¿Alguien transmite en Facebook live para dónde está el Mauro? ¿Volvió a la cárcel? ¿Qué más allá hay para los muertos del libro? ¿Alguien los abraza esta noche?
Paz Olivares-Droguett. Fotografía analógica, Quilmes Oeste, Argentina, febrero de 2015
Copio un poema:
V
Él- nunca más voy a hacer algo
que la memoria cruel por traidora a la clase
pueda disolver tan fácil
la mamá de Mauro murió
el hermano y el papá están lejos
lo bueno de estar preso es que no te dejan salir
el Mauro está solo ahí afuera
a todos nos da vergüenza abrazar
todos juntos estamos solos acá afuera
al Mauro le da vergüenza abrazar
Hace un tiempo, Paz Olivares Droguett expuso en Cámara lúcida y me hizo ver por primera vez el conurbano, aparte de los blocks que me imaginaba había espacios verdes, una ciudad que se desestructuraba. Es la naturaleza hibrida la que invita al safari que Matías evita, porque le teme al barrio y lo homenajea. A veces lo recuerda y escribe por única vez de esas almas que vivas o no deambulan por el barrio. Digo Matías le teme. Y huye entonces de las celebraciones que acaban de cualquier forma, porque sabe a lo que vino para acá, en lo que hoy se funda. Escribir fuera del desborde pero estar consciente de la fuerza que habita esas calles. Él- nunca más voy a hacer algo
que la memoria cruel por traidora a la clase
pueda disolver tan fácil
la mamá de Mauro murió
el hermano y el papá están lejos
lo bueno de estar preso es que no te dejan salir
el Mauro está solo ahí afuera
a todos nos da vergüenza abrazar
todos juntos estamos solos acá afuera
al Mauro le da vergüenza abrazar
Aunque miente a veces, es parte del carácter dramático que toma Todos juntos estamos solos. Vuelvo a la figura de coro y el diálogo para afirmarlo. La performance de la escritura toma aspectos narrativos también.
Ya no somos los escritores que fuimos, claro, por más que queramos mentirnos y mentirles. Somos otros, varios, tantos como la lista de frases recortadas que coloca la propia gente anónima en cada libro, cercana en las que se apoya Matías, o las lecturas propias del oficio. Estar atento a escuchar y leer es entender lo sensible del material que son las palabras, que, fuera de espacios protegidos, como estas 55 copias, pueden parecer cualquier cosa. Lo quiero leer otra vez, para evitar la volatilidad del sonido: las palabras son materiales sensibles. Como dar la palabra a alguien más y que el poema no sea solo de uno.
Matías también está preso como algún amigo del barrio, su jaula es esta, entre mar y cerros, en otro país, escribiendo. Esperaba este día uno, por todo lo que vendrá para adelante. Un coro son las voces de muchas personas extendiendo este libro objeto y leyendo con él, parece un acordeón y es también un libro de verdad. Acá tu soledad, esta noche, puede ser conjunta. Estamos todos solos juntos acá dentro de esta librería, pero Matías Ávalos enuncia la soledad del allá afuera, que es el allá afuera del barrio. Exiliado de sus calles, están los pasillos de la biblioteca en que está la formación de un escritor y que marca su hito hoy. El acto del ego que se descubre por voluntad finalmente, polenta de trabajo.
Respecto a la manufactura, mi fantasía absoluta ha sido que la edición independiente se complejice o descarte el formato transnacional del libro, la portada termolaminada. Diría que es por política, pero también porque quedan ordinarios al querer ser. Pero las Hojas Rudas no tienen ese problema, porque le dan un carácter único a sus publicaciones, evolucionando cada vez que hacen un libro. ¡Qué bacán por Matías estar en medio de ese proceso! Usted es libre, dice donde se guardan los derechos en la época del capital tiñendo todo.
Gracias a todos por estar acá acompañando a Matías.
Cristóbal Gaete (Viña del Mar, Chile, 1983). Es autor, entre otros, de Valpore (2009), Paltarrealismo (2014), Motel Ciudad Negra (2014) y Crítico (2016). Editor del Suplemento de literatura Grado Cero.
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