[La urgencia de estar viva. Entrevista y poemas de Elena Toumazi]. Por Natalia Figueroa
Elena Toumazi Rembelina nació en Chipre y vivió sus primeros años en Famagusta, ciudad ubicada al Este de la isla. Tras la invasión turca del año 1974 que causó la división de Chipre, Toumazi fue obligada a abandonar Famagusta y, hasta la actualidad, no ha podido regresar.
La siguiente entrevista, realizada en agosto de 2017 en Limassol, Chipre, aborda el largo exilio de Toumazi, su experiencia como sujeto político, como mujer y su trabajo poético. Acompañada por la traducción de un conjunto de poemas de la autora escritos en chipriota, esta es la segunda de tres entrevistas realizadas por Natalia Figueroa a poetas de lengua helénica. En la primera de ellas, dialogó con la poeta Katerina Angelaki-Rouk.
1. Elena, 1974 fue el año en que Turquía invadió Chipre. Desde entonces, la isla ha estado dividida en dos partes, que son dos distintas naciones. Muchas personas fueron forzadas a abandonar sus casas y trasladarse al lado de la isla correspondiente a su nación. ¿Podemos sentir esa herida, de la isla dividida, del exilio, en tu poesía?
1974, para nosotros los chipriotas, es una fecha comparable a cuando alguien dice “antes de Cristo y después de Cristo”... Quiero decir que fue un momento totalmente dramático, un giro trágico en nuestra historia que cambió, en dos meses, todo lo que conocíamos antes, y esto inevitablemente fue grabado y expresado por nuestras almas. La herida es general y no hay ni una sola persona que haya vivido ese periodo que no haya sido afectada. Y cuando tú eres poeta es mucho más complicado y difícil. La poesía te ayuda a organizar las piezas dispersas de tu alma, a través de la generación de un cierto significado que te ayuda a soportar el absurdo de la violencia y la avidez humanas, pero al mismo tiempo tú pagas el precio de una sensibilidad desarrollada. Tú pagas un sufrimiento más profundo, debido a la agudeza de la conciencia.
Y sí, puedes encontrar huellas de esa herida en casi cualquier poeta chipriota, a partir de 1974. En mi poesía también.
2. A ti esta situación te tocó en particular, tuviste que abandonar Famagusta, la ciudad donde creciste, y no has podido regresar desde entonces. ¿Qué significa para ti ese Chipre perdido?
Difícil pregunta, muy difícil. El shock fue tan fuerte que aún siento su resonancia en mí. Es casi imposible hacer una declaración lógica, fría y lúcida y explicar qué representa ese Chipre perdido para mí, hoy. Tú habrás oído hablar acerca del dolor imaginario de una pierna amputada o de una mano.... Es algo que realmente nunca llegas a aceptar. Una suerte de mutilación psicológica y simbólica que te acompaña siempre. Una sensación de destino e irreversibilidad. Ni siquiera tienes el lujo de pensar en la justicia... Yo debo prestar atención en cada paso, no resbalar en el precipicio.
3. Respecto a la división de Chipre, hablaste de la potencia contradictoria de la poesía, que ayuda a otorgar sentido a la experiencia traumática aunque al costo de un dolor más profundo. En este sentido, ¿a quién le escribes, a ti misma, a tu imagen del pasado, a ese pueblo del pasado, a aquellos que solo están en el recuerdo?
No escribo exactamente para rescatar una imagen perdida, un país perdido, o para aquellos que viven solo en la memoria de los sobrevivientes... no directamente, no literalmente. Creo que escribo para mantenerme viva. Para recordar la vida. Escribo para mantener en mi memoria la presencia de lo que realmente tiene sentido. El sentimiento profundo de la vida, el respeto a la vida, la protección de la vida, la alegría de la vida, en todas sus formas. En todos sus seres. Escribo para salvar mi confianza en la existencia y en la humanidad.
4. Elena, el mar es un elemento importante en tu poesía, ¿podrías contarnos qué representa para ti?
Ah, el mar... si el mar no me rodeara, habría muerto muchas veces, durante todos estos difíciles años. Vivir en una isla aislada, con tantos problemas no resueltos, es una cosa terrible y profundamente claustrofóbica. Pero el mar nos compensa y le estamos agradecidos. El mar es todo: la fuente de la vida, la libertad, la apertura, la inmensidad, la transparencia, el lugar del deseo, del amor y del nacimiento, la promesa del renacer. El estanque curativo. ¡El elemento femenino por excelencia! Cada vez que llego a un punto muerto, miro el mar o entro en sus brazos, y todo vuelve a encontrar su verdadero lugar en mí. Puedo recomenzar.
5. Estos paisajes marinos, dentro del estilo fundamentalmente lírico de tu trabajo, me han recordado en algunos casos a antiguos cantos de mujeres en el mar. ¿Te sientes parte de una tradición poética femenina?
Sí, me siento parte de una tradición femenina de poesía, pero en un sentido completamente intuitivo y arquetípico. Lo que quiero decir es que no tengo detrás de mí a una línea de poetisas chipriotas con las que me relacione en problemáticas y estilo, con cierta continuidad. Me siento más inspirada y movida, por ejemplo, por canciones tradicionales que me mantienen más consciente. Desde mi niñez he adorado las canciones tradicionales de matrimonio y de lamento fúnebre. Ellas preservan vivo en mí algo más grande que mí misma, algo absoluta y fundamentalmente real, incluso si esto fue inscrito en un contexto social y en una escala de valores completamente diferentes a aquellos con los que crecí.
Pero lo que primeramente me hace escribir, es mi urgencia de estar viva, de ser la mujer que soy, de mantener mi equilibrio interior e inscribirme en el mundo exterior en mi verdadera naturaleza y necesidades. Trato de no traicionarme a mí misma.
Una mujer está siempre llamada a descubrir sola su ser profundo y llevarlo a la luz de la Historia. Todavía no vivimos en un mundo que reconozca a las mujeres como verdaderas personas.
6. Chipre es conocida como la isla de Afrodita, como la isla del amor. En ella se conservan las ruinas, de hecho, de templos dedicados a la diosa, uno de los cuales ostenta ser el más antiguo de Occidente. El amor es también uno de los temas principales de tu poesía. ¿Cómo explicarías este vínculo, entre poesía y amor?
Pensando en lo que tú decías acerca de la tradición femenina, y relacionándolo ahora con la diosa, me acabo de dar cuenta de que probablemente yo -y todas las mujeres poetas de Chipre- estoy profundamente determinada e inconscientemente impregnada, en el núcleo de mi ser, por esta antigua tradición del sagrado-femenino o divino-femenino, que vive en la memoria colectiva de los habitantes de la isla. Tradición que tal vez continuamente me alimenta y me da la fuerza, como un arquetipo, de luchar por mi vida, mi libertad y mi femineidad, sin tener otros ancestros históricos directos o un ambiente real de apoyo. El sagrado-femenino se relaciona con el deseo, el amor y el lenguaje, en atada unidad.
Comencé a escribir poemas después de mi primera experiencia de amor. Cuando todo mi ser, cuerpo y alma, estaba involucrado. Amor y poesía se apoyan mutuamente, se alimentan, se protegen, se esperan el uno al otro. Escribo poesía para hablar acerca del amor. Algunas veces para llorar su muerte, algunas veces, cuando está ausente, para acariciar su memoria o preparar su regreso, para pedirlo y, a veces, cuando acaba de volver otra vez, para glorificarlo.
7. He encontrado en tus libros referencias a Elytis, a Seferis también. ¿Cuál es tu relación con su poesía?
Elytis y Seferis fueron los poetas con los cuales mi generación creció. Theodorakis, el gran compositor, al poner su extraordinaria música en muchos de sus poemas, nos ayudó, como mujeres y hombres jóvenes, a acercarnos a ellos y amarlos. Sus poemas y la música de Theodorakis fueron la cuna y el soporte del ambiente de nuestros primeros amores, sueños y aventuras. Como chipriotas jóvenes cortados del cuerpo central de nuestra cultura -Grecia-, esta necesidad de nutrirse de la poesía de ellos, se volvió cada vez más fuerte en nosotros. Por supuesto, había también otros poetas muy importantes, como Ritsos por ejemplo, o Anagnostakis y el gran Kavafis y Solomos; pero Seferis y Elytis llegaron primero a nuestros corazones. Entonces fue inevitable para cualquier joven poeta o poetisa de mi tiempo, que empezaba su viaje en las palabras, referirse a ellos, ser influenciado por ellos, aprender de ellos. Sí, ellos fueron y todavía son mis maestros. Y, lo sé, es un poco extraño confesarte ahora que solo tengo estos dos maestros en poesía, que son hombres, y ninguna mujer... De todas formas, debo añadir que, en relación con mi conocimiento acerca de la historia de las mujeres, de la situación de las mujeres, de su destino y asuntos simbólicos, mis profesoras fueron mujeres: Antoinette Fouque y Luce Irigaray. También, aunque en menor medida, Helene Cixous. Ninguna griega ni chipriota.
8. Elena, tú escribes desde joven, ¿dirías que hay una búsqueda que es transversal en tu trabajo, que se ha mantenido intacta?
Lo que es transversal a mi trabajo es la búsqueda para recordar, mantener vivo y actualizar el momento especial de la Presencia, la sensación de la “eternidad aquí y ahora”, que el amor da.
Elena Toumazi es autora de los libros The little mole and the sun (Famagusta, 1972), Liturgy of the deceased present (Nicosia, 1974), Chrysothemis’ bodies after her public decapitation in the late 20th century AD (Nicosia, 1977), Variations on Earth (Women’s Publishing, Athens, 1981), Breathings of a true name: a compilation of verses by favourite poets and excerpts from fairy tales (Aphe, Limassol, 2008), Come hither (Aphe, Limassol, 2011), libro por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía.
*La traducción de los poemas y las fotografías de Elena Toumazi y de Famagusta fueron realizadas por Natalia Figueroa.
La siguiente entrevista, realizada en agosto de 2017 en Limassol, Chipre, aborda el largo exilio de Toumazi, su experiencia como sujeto político, como mujer y su trabajo poético. Acompañada por la traducción de un conjunto de poemas de la autora escritos en chipriota, esta es la segunda de tres entrevistas realizadas por Natalia Figueroa a poetas de lengua helénica. En la primera de ellas, dialogó con la poeta Katerina Angelaki-Rouk.
La urgencia de estar viva. Entrevista a Elena Toumazi
1. Elena, 1974 fue el año en que Turquía invadió Chipre. Desde entonces, la isla ha estado dividida en dos partes, que son dos distintas naciones. Muchas personas fueron forzadas a abandonar sus casas y trasladarse al lado de la isla correspondiente a su nación. ¿Podemos sentir esa herida, de la isla dividida, del exilio, en tu poesía?
1974, para nosotros los chipriotas, es una fecha comparable a cuando alguien dice “antes de Cristo y después de Cristo”... Quiero decir que fue un momento totalmente dramático, un giro trágico en nuestra historia que cambió, en dos meses, todo lo que conocíamos antes, y esto inevitablemente fue grabado y expresado por nuestras almas. La herida es general y no hay ni una sola persona que haya vivido ese periodo que no haya sido afectada. Y cuando tú eres poeta es mucho más complicado y difícil. La poesía te ayuda a organizar las piezas dispersas de tu alma, a través de la generación de un cierto significado que te ayuda a soportar el absurdo de la violencia y la avidez humanas, pero al mismo tiempo tú pagas el precio de una sensibilidad desarrollada. Tú pagas un sufrimiento más profundo, debido a la agudeza de la conciencia.
Y sí, puedes encontrar huellas de esa herida en casi cualquier poeta chipriota, a partir de 1974. En mi poesía también.
2. A ti esta situación te tocó en particular, tuviste que abandonar Famagusta, la ciudad donde creciste, y no has podido regresar desde entonces. ¿Qué significa para ti ese Chipre perdido?
Difícil pregunta, muy difícil. El shock fue tan fuerte que aún siento su resonancia en mí. Es casi imposible hacer una declaración lógica, fría y lúcida y explicar qué representa ese Chipre perdido para mí, hoy. Tú habrás oído hablar acerca del dolor imaginario de una pierna amputada o de una mano.... Es algo que realmente nunca llegas a aceptar. Una suerte de mutilación psicológica y simbólica que te acompaña siempre. Una sensación de destino e irreversibilidad. Ni siquiera tienes el lujo de pensar en la justicia... Yo debo prestar atención en cada paso, no resbalar en el precipicio.
3. Respecto a la división de Chipre, hablaste de la potencia contradictoria de la poesía, que ayuda a otorgar sentido a la experiencia traumática aunque al costo de un dolor más profundo. En este sentido, ¿a quién le escribes, a ti misma, a tu imagen del pasado, a ese pueblo del pasado, a aquellos que solo están en el recuerdo?
No escribo exactamente para rescatar una imagen perdida, un país perdido, o para aquellos que viven solo en la memoria de los sobrevivientes... no directamente, no literalmente. Creo que escribo para mantenerme viva. Para recordar la vida. Escribo para mantener en mi memoria la presencia de lo que realmente tiene sentido. El sentimiento profundo de la vida, el respeto a la vida, la protección de la vida, la alegría de la vida, en todas sus formas. En todos sus seres. Escribo para salvar mi confianza en la existencia y en la humanidad.
Vista de la ciudad abandonada de Famagusta
4. Elena, el mar es un elemento importante en tu poesía, ¿podrías contarnos qué representa para ti?
Ah, el mar... si el mar no me rodeara, habría muerto muchas veces, durante todos estos difíciles años. Vivir en una isla aislada, con tantos problemas no resueltos, es una cosa terrible y profundamente claustrofóbica. Pero el mar nos compensa y le estamos agradecidos. El mar es todo: la fuente de la vida, la libertad, la apertura, la inmensidad, la transparencia, el lugar del deseo, del amor y del nacimiento, la promesa del renacer. El estanque curativo. ¡El elemento femenino por excelencia! Cada vez que llego a un punto muerto, miro el mar o entro en sus brazos, y todo vuelve a encontrar su verdadero lugar en mí. Puedo recomenzar.
5. Estos paisajes marinos, dentro del estilo fundamentalmente lírico de tu trabajo, me han recordado en algunos casos a antiguos cantos de mujeres en el mar. ¿Te sientes parte de una tradición poética femenina?
Sí, me siento parte de una tradición femenina de poesía, pero en un sentido completamente intuitivo y arquetípico. Lo que quiero decir es que no tengo detrás de mí a una línea de poetisas chipriotas con las que me relacione en problemáticas y estilo, con cierta continuidad. Me siento más inspirada y movida, por ejemplo, por canciones tradicionales que me mantienen más consciente. Desde mi niñez he adorado las canciones tradicionales de matrimonio y de lamento fúnebre. Ellas preservan vivo en mí algo más grande que mí misma, algo absoluta y fundamentalmente real, incluso si esto fue inscrito en un contexto social y en una escala de valores completamente diferentes a aquellos con los que crecí.
Pero lo que primeramente me hace escribir, es mi urgencia de estar viva, de ser la mujer que soy, de mantener mi equilibrio interior e inscribirme en el mundo exterior en mi verdadera naturaleza y necesidades. Trato de no traicionarme a mí misma.
Una mujer está siempre llamada a descubrir sola su ser profundo y llevarlo a la luz de la Historia. Todavía no vivimos en un mundo que reconozca a las mujeres como verdaderas personas.
6. Chipre es conocida como la isla de Afrodita, como la isla del amor. En ella se conservan las ruinas, de hecho, de templos dedicados a la diosa, uno de los cuales ostenta ser el más antiguo de Occidente. El amor es también uno de los temas principales de tu poesía. ¿Cómo explicarías este vínculo, entre poesía y amor?
Pensando en lo que tú decías acerca de la tradición femenina, y relacionándolo ahora con la diosa, me acabo de dar cuenta de que probablemente yo -y todas las mujeres poetas de Chipre- estoy profundamente determinada e inconscientemente impregnada, en el núcleo de mi ser, por esta antigua tradición del sagrado-femenino o divino-femenino, que vive en la memoria colectiva de los habitantes de la isla. Tradición que tal vez continuamente me alimenta y me da la fuerza, como un arquetipo, de luchar por mi vida, mi libertad y mi femineidad, sin tener otros ancestros históricos directos o un ambiente real de apoyo. El sagrado-femenino se relaciona con el deseo, el amor y el lenguaje, en atada unidad.
Comencé a escribir poemas después de mi primera experiencia de amor. Cuando todo mi ser, cuerpo y alma, estaba involucrado. Amor y poesía se apoyan mutuamente, se alimentan, se protegen, se esperan el uno al otro. Escribo poesía para hablar acerca del amor. Algunas veces para llorar su muerte, algunas veces, cuando está ausente, para acariciar su memoria o preparar su regreso, para pedirlo y, a veces, cuando acaba de volver otra vez, para glorificarlo.
7. He encontrado en tus libros referencias a Elytis, a Seferis también. ¿Cuál es tu relación con su poesía?
Elytis y Seferis fueron los poetas con los cuales mi generación creció. Theodorakis, el gran compositor, al poner su extraordinaria música en muchos de sus poemas, nos ayudó, como mujeres y hombres jóvenes, a acercarnos a ellos y amarlos. Sus poemas y la música de Theodorakis fueron la cuna y el soporte del ambiente de nuestros primeros amores, sueños y aventuras. Como chipriotas jóvenes cortados del cuerpo central de nuestra cultura -Grecia-, esta necesidad de nutrirse de la poesía de ellos, se volvió cada vez más fuerte en nosotros. Por supuesto, había también otros poetas muy importantes, como Ritsos por ejemplo, o Anagnostakis y el gran Kavafis y Solomos; pero Seferis y Elytis llegaron primero a nuestros corazones. Entonces fue inevitable para cualquier joven poeta o poetisa de mi tiempo, que empezaba su viaje en las palabras, referirse a ellos, ser influenciado por ellos, aprender de ellos. Sí, ellos fueron y todavía son mis maestros. Y, lo sé, es un poco extraño confesarte ahora que solo tengo estos dos maestros en poesía, que son hombres, y ninguna mujer... De todas formas, debo añadir que, en relación con mi conocimiento acerca de la historia de las mujeres, de la situación de las mujeres, de su destino y asuntos simbólicos, mis profesoras fueron mujeres: Antoinette Fouque y Luce Irigaray. También, aunque en menor medida, Helene Cixous. Ninguna griega ni chipriota.
8. Elena, tú escribes desde joven, ¿dirías que hay una búsqueda que es transversal en tu trabajo, que se ha mantenido intacta?
Lo que es transversal a mi trabajo es la búsqueda para recordar, mantener vivo y actualizar el momento especial de la Presencia, la sensación de la “eternidad aquí y ahora”, que el amor da.
Muerte en la ciudad
Una muerte en la ciudad
abre el abismo
como una operación matemática
de la que desaparece un componente.
En la naturaleza el luto es breve.
Un animal se va
sin rastro perceptible detrás.
La manada continúa.
En la ciudad el luto
puede llegar a ser la horca
para el inocente que sigue.
Y la fuerza centrípeta que convierte,
fatal,
el curso físico
en tragedia.
*
Sopla el viento
El trigo se dobla, maduro
El útero se levanta
Primavera
A la manera de S.
Yo también amé
Yo también sentí la belleza del mundo
sintonizándose con mi cuerpo
Tu piel mirándome directamente en agosto
Paloma blanca de las islas
.....................paloma negra
y la respiración inclinada
en las durezas
las piedras gastadas del pequeño pozo junto al mar
............................................las olas
.....................las olas brillando como un alma
.....................que emergiera hacia el sentido
el zapallo partido en dos y tus manos
enjuagándome con agua de mar
Todo desnudo
entero
.....................en el misterio.
El país del alma
Echaba agua de mar en tu pelo ondulado
y untaba de aceite tu cuerpo
te hice un nido de ramas
con hojas aromáticas del paraíso
Yo sola te tomé en los brazos
y te llevé por los mares –recuerda
cuando te quemaba la vieja herida
con mi laúd te susurraba “duerme”
Pero vinieron tiempos tristes, años duros
y en ti se quedó el polvo
Los enemigos tomaron las rosas tiernas
de nuestro pequeño y perfumado balcón
Y la cabeza diste vuelta en seguida
cuando la lanza entró en la ciudad
olvidaste el país del alma
y dejaste que nos llevara la ola
Una muerte en la ciudad
abre el abismo
como una operación matemática
de la que desaparece un componente.
En la naturaleza el luto es breve.
Un animal se va
sin rastro perceptible detrás.
La manada continúa.
En la ciudad el luto
puede llegar a ser la horca
para el inocente que sigue.
Y la fuerza centrípeta que convierte,
fatal,
el curso físico
en tragedia.
*
Sopla el viento
El trigo se dobla, maduro
El útero se levanta
Primavera
A la manera de S.
Yo también amé
Yo también sentí la belleza del mundo
sintonizándose con mi cuerpo
Tu piel mirándome directamente en agosto
Paloma blanca de las islas
.....................paloma negra
y la respiración inclinada
en las durezas
las piedras gastadas del pequeño pozo junto al mar
............................................las olas
.....................las olas brillando como un alma
.....................que emergiera hacia el sentido
el zapallo partido en dos y tus manos
enjuagándome con agua de mar
Todo desnudo
entero
.....................en el misterio.
El país del alma
Echaba agua de mar en tu pelo ondulado
y untaba de aceite tu cuerpo
te hice un nido de ramas
con hojas aromáticas del paraíso
Yo sola te tomé en los brazos
y te llevé por los mares –recuerda
cuando te quemaba la vieja herida
con mi laúd te susurraba “duerme”
Pero vinieron tiempos tristes, años duros
y en ti se quedó el polvo
Los enemigos tomaron las rosas tiernas
de nuestro pequeño y perfumado balcón
Y la cabeza diste vuelta en seguida
cuando la lanza entró en la ciudad
olvidaste el país del alma
y dejaste que nos llevara la ola
Elena Toumazi es autora de los libros The little mole and the sun (Famagusta, 1972), Liturgy of the deceased present (Nicosia, 1974), Chrysothemis’ bodies after her public decapitation in the late 20th century AD (Nicosia, 1977), Variations on Earth (Women’s Publishing, Athens, 1981), Breathings of a true name: a compilation of verses by favourite poets and excerpts from fairy tales (Aphe, Limassol, 2008), Come hither (Aphe, Limassol, 2011), libro por el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía.
*La traducción de los poemas y las fotografías de Elena Toumazi y de Famagusta fueron realizadas por Natalia Figueroa.
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